Considerado durante siglos el fin del mundo conocido, por el Cabo de San Vicente, el extremo más occidental de la Península Ibérica (junto con el cabo da Roca) comenzaremos una ruta por un litoral, que nos permitirá contemplar acantilados, calas, bahías, arenales, lagunas y pueblos pesqueros.
Pero además de playas, descubriremos pueblos blancos con cultura e historia, monumentos y tradiciones, castillos, fortalezas, callejuelas estrechas e iglesias típicas de estos pueblos y villas del Algarve.
Comenzamos nuestra ruta por dicho Cabo de San Vicente, donde es un espectáculo y un ritual ver la puesta de sol, hasta que este desaparece y el faro se ilumina emitiendo su señal. A muy poca distancia del Cabo (a unos 6 km) se encuentra Sagres, último pueblo de la Europa Continental, y desde donde los grandes navegantes partieron en la búsqueda de nuevas rutas por el Nuevo Mundo. De aquella época se preserva la fortaleza de Sagres en lo alto de un acantilado, con sus murallas, la Rosa de los Vientos y la Iglesia de Nuestra Señora de la Gracia, desde donde se obtienen unas vistas excepcionales de la costa.
Continuamos nuestra ruta hasta Lagos, pasando por Vila do Obispo con los interiores de la iglesia Nossa Senhora da Conceição y sus playas. Ya en Lagos, ciudad que fue ocupada por cartagineses, romanos, bárbaros, y musulmanes, y que vive del turismo y de la pesca, cabe destacar su marina con un pequeño puente levadizo, y donde podemos encontrar la replica de la Carabela Boa Esperança. Aunque lo más conocido de Lagos son sus arenales, y la Ponta da Piedade, con multitud de rocas y grutas.
A escasos 22 kilómetros de Lagos (hay que bordear la Ribeira de Odiáxere) se encuentra Alvor. Este puerto pesquero de casas blancas, es famoso por dicho humedal, con un conjunto de hábitats naturales con relevancia a nivel europeo, e incluidos en la Red Natura 2.000. Muy cerca de Alvor, se encuentra Portimão, uno de los principales puertos pesqueros de la región, y que conserva un núcleo antiguo con edificios medievales y de principios de siglo XX, revestidos de azulejos, y conocido por su famosa Praia da Rocha. Desde el mismo Portimão, hay una excursión típica que consiste en remontar el río en barca hasta el pueblo de Silves a unos 20 Km en el interior. Si no podemos realizar dicha excursión, vale la pena aunque sea en coche acercarnos a esta población para ver su castillo y catedral situados en un valle repleto de huertos de naranjos. Si desde Portimão, cruzamos el puente hasta la otra orilla del río Arade, llegaremos a Ferragudo, típico pueblo pesquero de casas blancas con la Iglesia de la Concepción y el Castillo de San João.
Para finalizar esta primera ruta por el Algarve, llegaremos hasta Albufeira. Este encantador y sorprendente pueblo pesquero de casas blancas, con vistas al mar, se ha convertido en la capital del turismo del Algarve. Romanos y árabes realizaron construcciones en la antiguedad, y su casco antiguo peatonal en especial la Rua da Igreja Velha, aún preservan casas típicas moriscas con sus característicos arcos
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